08 junio 2010

Historias sin moraleja

Regreso a la conciencia, me doy cuenta que estoy pronunciando un idioma que no conozco, miro mis manos; un cuchillo en la derecha y sangre en todo el cuerpo. No tengo playera. Camino a la puerta intentando no pisar los cuerpos. No salgo sino que entro. No hay agua en el baño. Salgo. La siguiente puerta tiene seguro.

Nunca imagine que usaria una cabeza humana para romper una ventana. Para mi fortuna o desgracia, es noche.

Despierto otra vez en la sala. Llegar a la cama es un camino eterno cuando estoy exhausto. Lavar sangre es complicado cuando tienes el tiempo contado. Llego al trabajo con la misma ropa. Estoy todo sucio. Y faltan seis horas para salir.

-Por lo menos no estoy muerto.



Todavía.