Hace como un mes me corté el dedo con un cuchillo muy filoso. Sangré mucho. Ahorita ya cicatrizó y mi dedo se ve normal, pero aún duele cuando lo toco. Exactamente como el amor.
14 enero 2012
Tras haber comprado un kilo de tortillas regresé a casa.
Justo cuando iba a cerrar la puerta me entró una terrible desesperación; en un arranque
de ira entré a la cocina y arrojé todo lo que había sobre la estufa.
Me quite la playera y entré furioso al baño, me miré al
espejo unos segundos y no podía creer lo que estaba viendo. Me lavé la cara
incontables veces, mi piel ya estaba enrojecida por el ardor.
Sin darme cuenta, me había convertido en la señora de la
casa.
08 enero 2012
Hacer las cosas que a los demás les gustan y cumplir sus
expectativas por el vano placer de recibir reconocimiento es un acto de
primitiva vanidad, equivale a masturbarte el ego. Hacer cosas que solo te gustan
a ti, ignorando la opinión ajena, no
solo es otro caso de vanidad, también es narcisista, es soberbio y egoísta, una
chaqueta a tu falsa independencia.
Si de verdad desearas renunciar a la vanidad haría falta
hacer las cosas sin sentirlas, de manera automatizada, abandonar la pasión y
comportarte como un verdadero robot de carne y mierda: haciendo las cosas sin
saber exactamente por qué.
El hecho ya bastante conocido: hacer las cosas sin pasión
consume tu alma y destruye al ser desde su parte más interna, día a día, hasta
convertirlo en un muerto viviente. La mirada se pierde al mismo tiempo que los
deseos.
El ser humano, sin un método o una especie de guía, es una
maquina autodestructiva. Solo una correcta formación de si misma y su alma lo
puede conducir a una forma menos despreciable de existir, puesto que cuando se
descubre que la vida misma no tiene sentido, se está dando el primer e
irreversible paso a la prisión de la miseria.
Hace falta conocer a una persona durante una semana para
conocer sus hábitos. A veces unas horas bastan.
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